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Antonio Manuel Campoy

 

 

Peyrot, realidad y alegoría 

"

 

...y en las quiebras de valles y barrancas

blanquean los zarzales florecidos,

y brotan las violetas perfumadas."

 Machado

 

 

             

 

  Toda la obra de Arturo Peyrot se tiende como un puente de vigilia y sueño entre la realidad y la alegoría, y no es fácil saber dónde acaba la una y comienza la otra. ¿Son sólo una pura alegoría las escaleras éstas que ascienden hasta el Sol?

¿Pertenecen absolutamente a una u otra las siluetas que rondan Clichy o el Sacré-Coeur? No se sabe, no podrá saberse nunca, pues la obra de Arturo Peyrot es un todo armónico en el que entran -o coinciden- a partes iguales la realidad y sus símbolos.

 

Ahí está Castilla idéntica a sí misma, y ahí está también la exacta alegoría de sus llanos y sus blancos muros, todo ello no se sabe bien si naciendo o si deshacíendose al sol. Advirtamos esta novísima versión del paisaje castellano en un momento en que lo creíamos ya del todo perdido para una mirada sin compromisos.

 

¿Y París? Peyrot lo trata como un poema (y un poema componen los títulos -versos- de cada cuadro), y así lo inventa y lo descubre sin atentar  -como en los campos de Castilla- contra su esencial identidad. Y luego, como Blake de 1977, esas infinitas escaleras de esperanza y de luz, gran sorpresa de una pintura religiosa también novísima.... Sería difícil comparar entre nosotros.

 

Texto Catálogo

Exposición en Galería Kreisler (1977)

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